A Christmas Carol,
conocida en Latinoamérica como Los Fantasmas de Scrooge, es una película animada del año 2009 dirigida
por Robert Zemeckis y protagonizada por Jim Carrey. Es una adaptación
cinematográfica del clásico cuento homónimo de Charles Dickens sobre un
millonario avaricioso que recibe la visita de tres espíritus en nochebuena.
Debe ser una de las obras
literarias más adaptadas al cine y la televisión de todos los tiempos, al grado
que es una historia masivamente popular a pesar de que mucha gente no conoce la
novela original.
Esta adaptación, sin
embargo, tiene características peculiares que la hacen sobresalir. La más
notoria es que es verdaderamente terrorífica. Acostumbrado como estaba a las
versiones melosas que de este cuento hicieron Mickey Mouse, Bill Murray, Los
Muppets, y hasta el Doctor Cándido Pérez, esta película me asombró, primero,
porque se apega mucho a la historia original, respetando los detalles sombríos
que habían quedado fuera en las versiones infantiles. Y segundo, porque ese
mismo apego le permitió a Zemeckis presentar una buena carga de simbolismo que
le dan al filme un toque muy maduro y espeluznante a la historia.
Hay escenas que son 100%
de terror y que no son muy frecuentes de ver en una película navideña, lo cual
es un gran acierto, ya que a fin de cuentas, el viaje de Scrooge a través de
navidades pasadas, presentes y futuras es una experiencia terrorífica para él,
y eso se transmite muy bien a lo largo de la película, lo que logra acentuar
más el mensaje optimista con el que concluye la historia.
Jim Carrey hace una
interpretación de lujo, no solo de Scrooge, sino también de los tres fantasmas,
ninguno de los cuales es el típico personaje loco o simpaticón. Esta vez,
Carrey se reservó sus improvisaciones chistosas, ofreciendo varias de sus
mejores actuaciones. Gracias a eso, la película nos lleva de un desprecio hacia
Scrooge como el villanazo desalmado, a la compasión por él en el clímax de la
historia.
Es una gran adaptación de
una gran historia, que lo mismo inspira miedo que esperanza, pero tiene un
detalle más que la hace especialmente lúgubre. Un detalle que quizás no fue del
todo la intención de Zemeckis. La película está hecha con Performance Capture,
la famosa técnica que permite registrar las gesticulaciones y movimientos de un
actor de carne y hueso y aplicarlas a un personaje animado.
Zemeckis fundó en 1997 un estudio de
animación, Image Movers Digital, y se dedicó a dirigir películas con ésta
técnica durante toda la década pasada, con resultados dispares. Lo que le sale
de maravilla a la gente de Weta Digital (Creadores de Gollum, los Na'vi de
Avatar y los monos de la última entrega de El planeta de los Simios) no corrió
con tanta fortuna en los filmes de Zemeckis, y tristemente, Los Fantasmas de
Scrooge no es la excepción. En pocas palabras, los personajes se ven horribles.
No estéticamente horribles, sino de una fealdad que lastima la vista.
Se ven tan faltos de vida
como un montón de maniquíes. De hecho, la actuación de Carrey gana todavía más
mérito al lograr dotar de personalidad a unos personajes que, si bien abundan
en detalles como las texturas de la piel y la ropa, no dejan de lucir como unos
monigotes tiesos. Es lo que los críticos norteamericanos nombran the uncanny
valley, o Valle Inquietante
en español. Se refiere a la brecha que le falta a un robot o a un diseño
computarizado de apariencia humana para inspirar familiaridad en un espectador
común.
Mientras no supere esa
brecha, el personaje en cuestión sólo logra inspirar repulsión. El consenso
común es que Los Fantasmas de Scrooge habría sido una película mucho mejor si
se hubiese filmado en acción viva, o con un estilo visual abiertamente irreal,
más cercano a los personajes de Pixar, por ejemplo. Tendría que llegar el
fracaso en taquilla de Marte Necesita Mamás para que Image Movers Digital
dejara de apostarle al Performance Capture y ahora se concentre en efectos
especiales para películas de acción viva. Pero los aciertos de esta película
son mayores, el guión y la dirección de Zemeckis son excelentes, Jim Carrey se
luce con creces, y la historia es un éxito probado. Es una película navideña
que vale la pena disfrutar en cualquier época del año.
Por Abel
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