No hay nada como el amor. Sin amor la vida es un ladrillo, es como arena al viento, como nube casi extinta, como noche sin estrellas. La vida sin amor es más oscura que las sombras, tan fugaz como un instante, tan lejana como el cielo. La vida sin amor es como ver una película muy larga, lenta y aburrida. Uno tiene que buscar sosiego en la tragedia, arrullo en el desamparo, Esperando a que aparezcan los créditos finales, con la esperanza de que, al salir de la sala de cine, el cálido abrazo del sol todavía esté ahí. Algo así sentí cuando vi EL CIELO DIVIDIDO. Una película de 2006 dirigida por JULIÁN HERNANDEZ.
Es la historia de dos chavos gays muy enamorados, Jonás y Gerardo, que le dan rienda suelta a su pasión y viven un sueño de romance color de rosa, hasta que un desconocido aparece de repente y hace que ambos caigan en la tentación de traicionarse mutuamente con él. Su relación entra en conflicto y el hastío va ensombreciendo su noviazgo. Es una historia de búsqueda y redención a través de los ojos de dos adolescentes cachondos.
Esta película tiene una atmósfera muy teatral. Depende casi por completo de la expresión corporal de los actores, como si fuera una danza más que una película. Los protagonistas jamás pronuncian una sola palabra, pero sus rostros, la música y una esporádica narración dejan en claro las fuertes emociones por las que pasan.
Le echo una flor muy especial a quienes hayan hecho el trabajo de iluminación y fotografía. Es la primera vez que veo una película donde CIUDAD UNIVERSITARIA se ve como un bosque encantado y como una ciudad cosmopolita a la vez. Todo el ambiente es impecable, fino, sutil, casi al estilo de PETER GREENAWAY.
Pero esa virtud es también su defecto. Como ya mencioné, los chavos no hablan nunca. Uno pensaría que dándole tanto peso a las expresiones corporales, la cosa debería ser muy... expresionista... pero no. Tristemente, los actores son tan expresivos como unos emoticones. Además, absolutamente todo lo hacen muuuuuuy leeeeentameente, lo cual puede ser interesante durante los primeros diez minutos pero es una tortura después de dos largas horas.
Otra cosa que cansa es la naturaleza misma de la historia. Jonás y Gerardo no se enfrentan con los problemas que uno pensaría son típicos de una relación homosexual. Aquí no hay montaña ni secreto: viven en un mundo donde todos son gays, lesbianas, jovenes y hermosos. Literalmente se pasan toda la película teniendo sexo. Mucho sexo. la primera hora es de puro sexo. El resto de la película es de conflictos sentimentales... y más sexo. Adivinen que pasa en la escena final. ¿Que tiene de malo el sexo? dirán ustedes... Intenten ver a una pareja que jamás pronuncia palabra alguna copulando como caracoles en celo durante dos horas seguidas y respóndanse ustedes mismos. El villano es presentado como el hombre más bello sobre la faz de la tierra y sus miradas seductoras entre las sombras le dan un aire vampirezco al estílo CREPÚSCULO. Su crimen es ser extremadamente guapo y despertar pasiones a dondequiera que va. Esta película no parece estar inspirada en la vida real, sino en un cuento erótico bajado de internet.
¿Mencioné que de pronto se escucha a un narrador para despertar al publico... digo, para acentuar las emociones de los personajes? ¿Y mencioné que ese narrador dice cosas tan cursis como "esas lagrimas hieren el cuerpo de Gerardo como espadas celestes"? ¿y que esta película llega a ser repetitiva hasta el hartazgo? Durante la ruptura de Jonás y Genaro, El narrador menciona como siete u ocho veces que esos dos ya no se aman, a pesar de que pasan un larguísimo rato dejando en claro que ya no se aman. Es un mal síntoma cuando una película te hace sentir como si estuvieras en la primaria en clase de matemáticas antes de salir al recreo, y que cada vez que hay un fade a blancos, lo primero que piensas es "¿Ya se acabó?... ¿Ya fue todo?... Ahora sí ya se acabó ¿verdad?..."
Lo triste del asunto es que se nota que esta película está hecha con mucho amor. Tanta atención en los detalles, tanta sutileza en su ritmo, tanta pretensión de crear un ambiente poético, idílico, me hacen pensar que era un esfuerzo digno de mejor causa. Esta es una historia de lo más simple contada de una forma sublime. Es como una opera. Las operas podían ser muy sosas en su trama, pero eran tan bellas en su ejecución que a nadie le importaba. Así es esta película: es hermosa y absurda, hermosa y cursi, hermosa y... tremendamente aburrida.
Al final, EL CIELO DIVIDIDO no me hizo pensar en el amor, ni en la comunidad gay, ni en el cine mexicano. Me hizo pensar en CHARLES CHAPLIN. En sus películas nadie hablaba y eran maravillosas, divertidas, geniales y conmovedoras. Me hizo pensar en lo mucho que nos haría falta un talento como el suyo en este mundo de películas que te hacen dormir y no soñar. En este mundo sin amor.
Es la historia de dos chavos gays muy enamorados, Jonás y Gerardo, que le dan rienda suelta a su pasión y viven un sueño de romance color de rosa, hasta que un desconocido aparece de repente y hace que ambos caigan en la tentación de traicionarse mutuamente con él. Su relación entra en conflicto y el hastío va ensombreciendo su noviazgo. Es una historia de búsqueda y redención a través de los ojos de dos adolescentes cachondos.
Esta película tiene una atmósfera muy teatral. Depende casi por completo de la expresión corporal de los actores, como si fuera una danza más que una película. Los protagonistas jamás pronuncian una sola palabra, pero sus rostros, la música y una esporádica narración dejan en claro las fuertes emociones por las que pasan.
Le echo una flor muy especial a quienes hayan hecho el trabajo de iluminación y fotografía. Es la primera vez que veo una película donde CIUDAD UNIVERSITARIA se ve como un bosque encantado y como una ciudad cosmopolita a la vez. Todo el ambiente es impecable, fino, sutil, casi al estilo de PETER GREENAWAY.
Pero esa virtud es también su defecto. Como ya mencioné, los chavos no hablan nunca. Uno pensaría que dándole tanto peso a las expresiones corporales, la cosa debería ser muy... expresionista... pero no. Tristemente, los actores son tan expresivos como unos emoticones. Además, absolutamente todo lo hacen muuuuuuy leeeeentameente, lo cual puede ser interesante durante los primeros diez minutos pero es una tortura después de dos largas horas.
Otra cosa que cansa es la naturaleza misma de la historia. Jonás y Gerardo no se enfrentan con los problemas que uno pensaría son típicos de una relación homosexual. Aquí no hay montaña ni secreto: viven en un mundo donde todos son gays, lesbianas, jovenes y hermosos. Literalmente se pasan toda la película teniendo sexo. Mucho sexo. la primera hora es de puro sexo. El resto de la película es de conflictos sentimentales... y más sexo. Adivinen que pasa en la escena final. ¿Que tiene de malo el sexo? dirán ustedes... Intenten ver a una pareja que jamás pronuncia palabra alguna copulando como caracoles en celo durante dos horas seguidas y respóndanse ustedes mismos. El villano es presentado como el hombre más bello sobre la faz de la tierra y sus miradas seductoras entre las sombras le dan un aire vampirezco al estílo CREPÚSCULO. Su crimen es ser extremadamente guapo y despertar pasiones a dondequiera que va. Esta película no parece estar inspirada en la vida real, sino en un cuento erótico bajado de internet.
¿Mencioné que de pronto se escucha a un narrador para despertar al publico... digo, para acentuar las emociones de los personajes? ¿Y mencioné que ese narrador dice cosas tan cursis como "esas lagrimas hieren el cuerpo de Gerardo como espadas celestes"? ¿y que esta película llega a ser repetitiva hasta el hartazgo? Durante la ruptura de Jonás y Genaro, El narrador menciona como siete u ocho veces que esos dos ya no se aman, a pesar de que pasan un larguísimo rato dejando en claro que ya no se aman. Es un mal síntoma cuando una película te hace sentir como si estuvieras en la primaria en clase de matemáticas antes de salir al recreo, y que cada vez que hay un fade a blancos, lo primero que piensas es "¿Ya se acabó?... ¿Ya fue todo?... Ahora sí ya se acabó ¿verdad?..."
Lo triste del asunto es que se nota que esta película está hecha con mucho amor. Tanta atención en los detalles, tanta sutileza en su ritmo, tanta pretensión de crear un ambiente poético, idílico, me hacen pensar que era un esfuerzo digno de mejor causa. Esta es una historia de lo más simple contada de una forma sublime. Es como una opera. Las operas podían ser muy sosas en su trama, pero eran tan bellas en su ejecución que a nadie le importaba. Así es esta película: es hermosa y absurda, hermosa y cursi, hermosa y... tremendamente aburrida.
Al final, EL CIELO DIVIDIDO no me hizo pensar en el amor, ni en la comunidad gay, ni en el cine mexicano. Me hizo pensar en CHARLES CHAPLIN. En sus películas nadie hablaba y eran maravillosas, divertidas, geniales y conmovedoras. Me hizo pensar en lo mucho que nos haría falta un talento como el suyo en este mundo de películas que te hacen dormir y no soñar. En este mundo sin amor.
por Abel
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