lunes, 4 de julio de 2011

Los Ojos de Julia


Oscuridad total y así empieza, imaginen que son ciegos, pero no nacieron así, se volvieron ciegos casi de un día para el otro, con un aterrador aviso de que iban perdiendo la vista poco a poco. Ahora imaginen que quieren hacer un película que transmita este sentimiento y que al mismo tiempo envuelva al espectador en una pesadilla de incertidumbre y desesperanza, por no poder ver la verdad detrás de la misteriosa muerte de un ser querido, y perder la credibilidad de todos los que te rodean y al mismo tiempo la fe todos a los que quieres.

Este es el más grande de una serie de aciertos detrás de “los Ojos de Julia”, pero no me quiero quedar con solo esa apertura de misterio y la amplia recomendación para que todos vean este reencuentro con un subgénero de terror muy al estilo del maestro Darío Argento.

Guillem Morales (director) nos presenta su segundo largometraje en lo que yo alabo como una sublime película, que juega con los más oscuros miedos psicológicos que cualquiera de nosotros posee y los plasma en casi dos horas de penumbra y desolación, la película es un ejemplo de un maquiavélico juego publicitario manejado desde un concepto diferente, que puede provocar en las personas que posteriormente son atraídas a ver el filme, pensando que van a ver cierto tema y cierta historia, pero que termina siendo una cosa totalmente diferente. Pero saben que, incluso desde ahí, Guillem estaba en lo correcto

El filme se desarrolla con un sombrío y muy conocido estilo de lenguaje cinematográfico de terror que en los últimos años se ha puesto mucho a la vanguardia, siendo un recurso que a veces funciona pero a veces nos decepciona tanto que queremos la devolución de nuestro dinero. Pero sin profundizar más en esa sorpresa creativa tengo que decir que es excelente, como al pasar los minutos y esperar ver algo familiar en la trama, la historia se desarrolla tan sutilmente por otro camino que cuando llegamos al clímax absolutamente nada nos decepciona.

Me voy a ir por un aspecto diferente, al que estamos acostumbrados al leer críticas u opiniones cinematográficas, la imagen: del fotógrafo Sergi Bartrolí (clara influencia italiana) y seguramente la directora de arte Rosa Ros nos cautivan al trasmitirnos con puras imágenes la sensación de la ceguera. La película con el guión y las actuaciones se sostiene por sí sola, pero si a esta mezcla ganadora le agregamos el manejo de la luz, de las texturas, del color y de ese filtro inspirado en el cine del expresionismo alemán, nos meten en una verdadera angustia.

Es increíble como todo ese juego de claro-oscuros, lámparas que no nos dejan ver nada y sombras que se mueven solas nos hacen cuestionarnos continuamente. ¿Que hay ahí cuando se va la luz y que hacemos si esta regresa y de todos modos no vemos nada? el sonido. Que increíble pero en otro aspecto narrativo se maneja este concepto tan primario para todos como un lenguaje divergente a lo que estamos viendo en pantalla, y es otro aspecto que te deja en esa misma sensación, ya que durante el desarrollo del misterio, increíblemente el sonido se utiliza como lo utilizamos en un día cotidiano, para ubicar las cosas, y ahora se estarán preguntando ¿Cómo funciona eso?

Pues si, otro gran acierto del filme es que primero con la presentación las imágenes, en planos un poco lentos y repetitivos, dejan que nuestra mente se familiarice con el entorno donde se mueven los personajes, y después cuando caemos con ellos en las tinieblas, es el sonido el que llega para rescatarnos y decirnos donde está el monstruo que ha venido a matarnos.

No hay más que decir, que después de un gran final y no podíamos esperar nada mejor, todavía nos regalan un carismático cierre con broche de oro y me dejó pensando después de ver el filme: “¡Qué bueno que vi esta película sin saber absolutamente nada de ella!”; así es como se debe ver el cine.

por CésaR

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