viernes, 2 de julio de 2010

LOS VIENTOS DEL CINE VUELVEN A SOPLAR AL NORTE.



Al bello estado de Durango le pusieron el apodo de "tierra del cine" ya que hubo un tiempo en el que se filmaron varias películas extranjeras y nacionales en sus paisajes desérticos y montañosos.

Con el tiempo, las películas de vaqueros y aventureros en el desierto fueron perdiendo popularidad. La tierra del cine fue quedándose en el recuerdo y las cámaras se movieron a otros paisajes y modas, para de plano quedarse entre las cuatro paredes de un foro, algún callejón de una ciudad cosmopolita o enfrente de una pantalla verde gigantesca.

Desde entonces, Durango ha vivido un poco al margen de la escena cultural mexicana, pero últimamente han buscado ponerlo otra vez en el mapa del mundo del séptimo arte.

Una de esas propuestas es el Festival de Cine Mexicano que en éste 2010 se realizó por segunda ocasión.

Me dio gusto enterarme de que este festival existía. Como el nombre lo dice, el festival está dedicado únicamente a la producción nacional, lo cual es bastante bueno, ya que el cine nacional difícilmente se puede ver en salas comerciales, y si es en la provincia, peor. Por eso, el propósito del festival es lograr que estas producciones lleguen hasta estas lejanas tierras para estar al alcance del público duranguense.

Todas las funciones fueron gratuitas. Hubo un programa de documentales y otro de películas de ficción y cortos. No logré verlo todo pero lo que vi me gustó bastante. Los realizadores de cada película estuvieron presentes para hablar más sobre su trabajo y en general la respuesta del público fue buena.


Los documentales fueron exhibidos en la Universidad Politécnica. Una escuela que está literalmente en medio de la carretera Durango-México. Lo bueno fue que me llevaron en un camioncito de la Secretaría de Cultura porque no tenía la menor idea de como llegar hasta allá. Está bueno que hayan usado esa sede para los estudiantes, pero no tanto para el público en general (sobre todo para los que no tenemos carro). Sólo dos documentales no los exhibieron ahí: REVOLUCIONARIO DE CORAZÓN, que fue proyectado en el teatro Victoria, hermoso lugar, y NIÑO FIDENCIO: DE ROMA A ESPINAZO, que fue proyectado en el Museo del Aguacate, en un foro pequeñito. Las películas de ficción y los cortos fueron exhibidos en Citi Cinemas. Antes de cada función hubo mesas redondas donde se habló mucho y nutrido sobre el pasado, presente y futuro del cine mexicano, desde lanzarlo a todos los rincones olvidados del país hasta hacerlo crecer en el ciberespacio como hierba en tierra fértil. Hubo polémica, diversión, cultura, fiesta, y lo más importante, hubo mucha gente que a través de este gran evento se acordó o se enteró de por qué Durango tiene un lugar tan especial en el mundo del cine. Debo confesar que me quedé con las ganas de conocer a Cecilia Suárez y a Daniel Jiménez Cacho, pero me quedé completamente satisfecho de conocer a tanta gente talentosa y de ver tanto buen cine de calidad hecho en mi país. Después de tantos años de mirar al cine mexicano con escepticismo, me siento verdaderamente feliz.

por Abel

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