viernes, 1 de octubre de 2010

el Infierno




México llegó a 200 años de existencia con una sensación extraña en el ambiente. Por todos los medios se proclamó una celebración sin igual y se quizo exaltar de mil maneras nuestro patriotismo. Sin embargo, daba la impresión de que nadie quería quedarse a la pachanga. Sí, hubo un show en el zócalo. Hubo un pintoresco desfile y hasta un muñeco gigante al cual muchos le encontraron un sospechoso parecido con Jeremías Springfield. Pero, con toda esa faramalla aconteciendo ante nuestras narices, muchísima gente se negó a tomarse en serio el festejo. El fervor patrio estuvo muy apático en la que se suponía, era su fiesta más importante, y honestamente, no me sorprende. El país está en una situación delicada Como habitante del norte del país, me doy cuenta de que pasar tu vida al calor de las balas y entre chismes de muertes sangrientas te pinta un panorama tajante: La forma más efectiva de prosperar económicamente hoy en día es en el mundo del narcotráfico. Puedes hacerte rico muy fácilmente, el problema es que tal vez no te quede mucho tiempo para disfrutarlo.

En medio de esta situación, EL INFIERNO, una película de Luis Estrada, Llega con precisión de reloj suizo. Es la película apropiada en el momento apropiado. El crimen, los festejos patrios y la interminable crisis económica se juntan en la vida de Benny, el héroe de la historia, para lanzarlo a una aventura de proporciones épicas.

Todo comienza cuando Benny (Damián Alcazar) regresa a México después de veinte años de estar en EE.UU. Al llegar a su pueblo se encuentra con que todos siguen pobres y con la triste noticia de que su hermano menor fue asesinado por andar involucrado con el narco. Benny se enamora de su cuñada, prostituta y madre de un renegado chamaco, y decide ayudarlos. Pero ganar dinero por la vía honrada es más difícil de lo que pensó y acaba entrando de aprendiz de narco al lado de su mejor amigo, el Cochiloco, hoy convertido en prospero traficante. . El plan de Benny es hacer suficiente dinero para mudarse con su nueva familia a Estados Unidos y olvidarse del asunto, pero pronto se va ganando enemigos por todos lados, y se da cuenta de que zafarse del sórdido mundo en el que se ha metido va a ser un lío mortal.

El humor ácido de Luis Estrada está presente y es tan genial como en sus anteriores películas LA LEY DE HERODES y UN MUNDO MARAVILLOSO. Una vez más, el tema son los engañosos juegos del poder que hacen que un hombre honrado descienda hacia la corrupción y el crimen. Pero mientras que La ley... y Un mundo... mantienen la vena fársica de principio a fin, EL INFIERNO refleja una conciencia diferente de la situación que retrata. La película comienza como una divertida burla y se va poniendo cada vez más seria hasta convertirse en la tragedia que realmente es. Estrada ha sido muy hábil para engancharnos con la promesa de un divertimento, y luego dejarnos en claro que esta situación es real, nos afecta a todos, y reírse de ella no va a servir de nada. La travesía de Benny comienza como un escape de la pobreza extrema, se desenvuelve en la sordidez del narcotráfico, y termina dándose un encontronazo con las esperanzas prefabricadas de los festejos patrios. Entre las caras solemnes de los héroes de la independencia, las frases hechas de los discursos conmemorativos, las banderas y los cohetes, el apaleado Benny culminará su tragedia en un momento que resulta francamente poético. Es un llamado cinematográfico a dejar el círculo vicioso del escapismo, de la banalidad nacionalista, de la desidia social, y construir una nueva realidad desde abajo. La película lo deja claro: Encontrar la salida del infierno será un trabajo largo y pesado, pero si no lo hacemos nosotros, ¿Quién lo hará?

Estoy seguro de que esta película, impecable en su realización y perfecta en su momento histórico, será de esas que nunca se olvidarán.


por Abel



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